La Sala Templada

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La Sala Templada (“Tepidarium”) requería de más infraestructura, y siempre debía permanecer cerrada de manera que no pasasen los humos del vapor a la sala anterior.

Por la pequeña depresión central correría el agua, mientras el calor circulaba por canales subterráneos que partían del horno y terminaban en chimeneas embutidas en las paredes.

Al contacto con el mármol calentado por el subsuelo, el agua produciría una gran cantidad de vapor. De ese modo, ablandaría la piel y abriría los poros, limpiándolos de toxinas y dejando así los cuerpos dispuestos para el lavado.

Es la pieza central y más importante de los baños, además de la más larga.

Sala Templada de los Baños Reales de la Alhambra

Sala Templada de los Baños Reales de la Alhambra

Las lucernas estrelladas de las bóvedas estaba cubiertas por vidrieras de colores.

Sentados o acostados en unos estrados de madera tras las columnas, eran frotados por los empleados que hasta encones habían permanecido en la sala de los depósitos.

Estos empleados tenían una importancia social y técnica solamente superada por el “copero”, que era una especie de efebo encargado que servir las bebidas.

Los que tenían que circular por estas salas lo hacían provistos de unas sandalias con gruesas suelas de madera.

Los grifos de esta sala eran de dos cabezas de león de oro macizo.

Fue modificado para ser usado como bañera por el Emperador Carlos V.

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