La Alhambra era el remate de todo un complejo sistema de murallas que rodeaban la ciudad de Granada, aunque curiosamente su posición respecto al conjunto es algo excéntrica.
En realidad, toda ella quedaba fuera del recinto de la ciudad, como si temiera más a los propios habitantes de Granada que a los enemigos que pudieran venir del exterior.
Cuando las alcazabas del Albaicín quedaron bloqueadas por los nuevos barrios que nacieron a su alrededor, cerrando así la posible salida al campo, al-Ahmar y sus sucesores se instalaron en el castillo de la Colina Roja (colina de La Sabika).
Las Murallas de Granada:

Las murallas de Granada
Este mediano castillo, aunque necesitado de granas obras y reparaciones, ofrecía en cambio amplios espacios abiertos para el caso de una posible huida precipitada.
Las murallas habían ido creciendo al mismo tiempo que la ciudad.
La más antigua conservada es la de la Alcazaba Cadima, en el Albaicín, de época zirí (siglo X), aunque existen restos anteriores sobre cimientos incluso iberorromanos.
En el siglo XII se incluiría lo que hoy es el centro de la ciudad.
Más tarde, ya en época nazarí, se expandió con el cierro de los barrios del Albaicín alto y la Garnata Al-Yehud, el barrio judío, lo que hoy es el célebre y castizo barrio granadino del Realejo.
Numerosas puertas jalonaban estos muros, de las que hoy se conservan in situ las de Elvira, Monaita, Arco de las Pesas, Hizna Roman y Fajalauza, todo ellas en el entorno del barrio del Albaicín, como no podía ser de otra forma.